Hoy estaba en la playa de arena en agosto.
Allí donde creí que no estaría.
Acabo de hablarte con los ojos cerrados, y era más fácil que esto.
Decir sin hablar. Ya no me atrevo.
Me abruma venir a entrar a descubrirme.
No conozco muchas personas como tú. No conozco ninguna.
Como yo y más que yo está lleno. Hay tanta gente que no sabe. Que no da. Que pide. Que se engaña y humilla y se reprime. Y también hay luz. Y no hay porqués para todo.
No los hay.
Mi nivel de conciencia a veces me arrastra por el suelo. Me invade de repente una niña cabreada, herida, caprichosa. De ésas que dan saltitos y lloran y lloran.
Pero no se sale con la suya. Porque no hay suya.
Estaba en la playa de arena en agosto y éramos muchos. Tantos que parecía que estábamos todos juntos, dándonos la espalda.
Era el mundo en la playa de arena en agosto.
Y volví quince años atrás y nos vi, me vi viéndote.
Eras como darle las gracias a Dios por encontrar. Por saber que era posible.